IX

Soy producto de esta ilusión proyectada, de aferrarme al más ligero resquicio que me haga sentir viva.

He echado lazos donde no debía, me he marchado de lugares donde tal vez nunca debí estar, le he dado la espalda a la paz y he cerrado los ojos ante lo que me hacía vibrar.

Y, ahora, en el centro de la tormenta, no logro sentir el viento. No hay ruido ni silencio en este limbo infinito.

Solo caos.

                                 Caos.

                                                                                                     Caos.

Y el recuerdo de esta daga con efecto retardado.

 

¿Volverá algún día a batir sus alas el colibrí?

 

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