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Parece que soy yo la que se oculta, pero eres tú quien tiene miedo.

Por eso siempre lanzas la piedra y escondes la mano, por temor a reconocer una duda que yo abandero y llevo a cuestas sin vergüenza.

Soy los miedos que cargo a la espalda, pero no me definen porque soy también el valor de entregarme sin complejos, soy la llave de esta jaula, la honestidad de reconocerme vulnerable cuando se me rompen los esquemas.

Soy la firmeza de admitir el rechazo, de exponerme una vez más, de arriesgarme a cada golpe con la esperanza de que algún día detrás encuentre la paz.

Soy esta férrea voluntad de continuar recorriendo el camino aun cuando el viento sopla en mi contra, soy también el oleaje que rompe contra mi implacable orgullo cada vez que digo no cuando en mi pecho grita su antónimo.

Soy todas mis dudas, y a veces también las ajenas, la inseguridad y la fuerza, un efímero sentimiento de inviolabilidad.

Precisamente porque soy, esta vez me niego a resignarme y, quieta, aguardar otra pedrada.

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