XI

De repente mi invade el deseo, como una oleada de inesperada abrasión, y sin forma de evitarlo te veo frente a mis ojos. He perdido la cuenta del número de veces en que he repasado tu perfil, desde esta obsesiva perspectiva en diagonal a tu mirada. Estás en cada curva de mi cuerpo, en el desgarro de mi piel, en la inhalación interrumpida por tus huellas dactilares.

He vuelto a escribir y sueño con la pasión desmedida, con la energía palpitante que me incita a la creación.

Tal vez nunca pueda alcanzarte, pero me basta con esta pulsión que es capaz de mantener aún viva la tinta.

Por fin el alimento es vida y no pena.

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